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Desmitificar el THC: cómo actúa el tetrahidrocannabinol en el organismo

El tetrahidrocannabinol (THC) es el principal componente psicoactivo del cannabis, responsable de sus efectos alteradores de la mente. Sin embargo, la interacción del THC con el sistema endocannabinoide del organismo y sus efectos fisiológicos más amplios van más allá de la mera intoxicación.

Comprendamos mejor la ciencia que hay detrás del THC y exploremos sus mecanismos de acción, farmacocinética, potencial terapéutico y mucho más.

Interacción con el sistema endocannabinoide

La interacción entre el tetrahidrocannabinol (THC) y el sistema endocannabinoide (SCE) es un aspecto fundamental para comprender los efectos del cannabis en el cuerpo humano. El THC, el principal compuesto psicoactivo del cannabis, ejerce sus efectos principalmente al interactuar con el SCE, una compleja red de receptores y neurotransmisores implicados en la regulación de diversos procesos fisiológicos. Mediante su interacción con los receptores cannabinoides, en particular CB1 y CB2, el THC puede modular la liberación de neurotransmisores, influir en la señalización sináptica y, en última instancia, producir sus característicos efectos psicoactivos y terapéuticos. Comprender cómo interactúa el THC con el SCE proporciona información sobre los mecanismos subyacentes a sus efectos sobre el estado de ánimo, la cognición, la percepción del dolor, el apetito y otras funciones fisiológicas, allanando el camino para posibles aplicaciones terapéuticas y un uso informado del cannabis.

El SCE comprende receptores cannabinoides (CB1 y CB2), endocannabinoides (anandamida, 2-AG) y enzimas responsables de sintetizar y degradar estas moléculas. El THC interactúa principalmente con los receptores CB1 del cerebro, imitando los efectos de los cannabinoides endógenos como la anandamida. Esta interacción altera la liberación de neurotransmisores, afectando al estado de ánimo, la percepción y la memoria.

Los estudios sugieren que la activación de los receptores CB1 del THC es responsable de sus efectos psicoactivos, como la euforia y la alteración de la percepción sensorial. Además, la interacción del THC con los receptores CB2 en los tejidos periféricos modula las respuestas inmunitarias y la inflamación, lo que indica posibles beneficios terapéuticos más allá de su psicoactividad.

Mecanismos de acción del THC

El THC ejerce sus efectos al unirse a los receptores CB1 de las neuronas presinápticas, inhibiendo la liberación de neurotransmisores como el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y el glutamato. Esta alteración de la señalización de los neurotransmisores contribuye a las propiedades psicoactivas del THC, como la relajación y la alteración de la percepción.

Además, el THC influye indirectamente en otros sistemas neurotransmisores, como las vías de la dopamina y la serotonina, lo que puede subyacer a sus diversos efectos fisiológicos y a sus posibles aplicaciones terapéuticas.

Efectos fisiológicos del THC

El tetrahidrocannabinol es un compuesto natural que se encuentra en las plantas de cannabis y que afecta al organismo de diferentes maneras. Cuando consumes THC, éste interactúa con un sistema del cuerpo llamado sistema endocannabinoide, que ayuda a regular diversas funciones como el estado de ánimo, el apetito y la sensación de dolor.

El THC se une principalmente a unos receptores especiales del cuerpo llamados receptores CB1 y CB2. Estos receptores se encuentran por todo el cuerpo, por ejemplo, en el cerebro y el sistema inmunitario. Cuando el THC se une a estos receptores, puede producir diversos efectos, dependiendo de factores como la cantidad que consumas y cómo responda tu cuerpo.

Uno de los efectos más conocidos del THC es la sensación de "colocón" o euforia. También puede cambiar la percepción de las cosas, como hacer que los colores parezcan más brillantes o alterar la noción del tiempo. Algunas personas se sienten relajadas y felices después de consumir THC, mientras que otras pueden sentirse ansiosas o paranoicas, especialmente si consumen demasiado.

El THC también puede afectar al pensamiento y a la coordinación. También puede aumentar temporalmente la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que puede ser preocupante para las personas con problemas cardíacos.

En el lado positivo, el THC puede estimular el apetito, por lo que algunas personas consumen cannabis para aliviar enfermedades que causan pérdida de apetito, como el cáncer o el VIH/SIDA. También puede ayudar a aliviar el dolor, por lo que resulta útil para dolencias como el dolor crónico.

Sin embargo, es esencial ser precavido al consumir THC, ya que puede tener efectos secundarios, sobre todo si se consume en grandes cantidades o durante mucho tiempo. Algunas personas pueden experimentar ansiedad, paranoia o incluso psicosis, sobre todo si tienen antecedentes de problemas de salud mental. También puede afectar a la memoria y la concentración, por lo que es importante consumirlo de forma responsable.

En general, el THC tiene tanto beneficios como riesgos potenciales, y es esencial sopesar estos factores cuidadosamente antes de consumirlo. Si estás pensando en consumir THC con fines médicos, es una buena idea que hables primero con tu profesional sanitario para saber cómo podría afectarte y si es la opción adecuada para tus necesidades.

Farmacocinética del THC

El THC se absorbe rápidamente en el torrente sanguíneo cuando se fuma o se ingiere por vía oral. Las concentraciones plasmáticas máximas se alcanzan en cuestión de minutos u horas, dependiendo de la vía de administración. El THC se metaboliza ampliamente en el hígado, principalmente en 11-hidroxi-THC y THC-COOH, que son menos psicoactivos pero contribuyen a los efectos farmacológicos generales del THC.

La inhalación de cannabinoides produce niveles más altos en la sangre que su ingestión. La cantidad que absorbe el cuerpo puede variar de una persona a otra, dependiendo de cómo se inhale, del dispositivo que se utilice y de dónde acaben las partículas en los pulmones.

La mayoría de la gente fuma cannabis para introducir cannabinoides en su organismo. Las personas que fuman a menudo tienden a absorber más THC que los fumadores ocasionales porque son más eficientes fumando. Sin embargo, utilizar un vaporizador en lugar de fumar puede ser más seguro porque evitas inhalar sustancias nocivas producidas por la combustión del cannabis. Los cannabinoides vaporizados y fumados tienen efectos similares en el cuerpo.

Inhalar o tomar cannabinoides por vía oral puede ser mejor que tragarlos porque no tienen que pasar primero por el hígado. Esto significa que podrías sentir alivio de los síntomas más rápidamente.

El THC y el CBD no se absorben bien cuando se ingieren, y sólo un 6% llega al torrente sanguíneo. El THC oral puede tardar unas 2 horas en alcanzar su nivel máximo en sangre, mientras que el CBD oral se comporta de forma similar. Estas formas pueden ser mejores si necesitas un alivio duradero.

La mayor parte del THC y sus metabolitos se eliminan por la orina, y una proporción menor se excreta por las heces. Los factores que influyen en la farmacocinética del THC incluyen el metabolismo individual, la frecuencia de consumo y las interacciones con otras sustancias.

Potencial terapéutico y aplicaciones clínicas

El potencial terapéutico del THC va más allá del uso recreativo. Los estudios clínicos han investigado su eficacia en el tratamiento del dolor crónico, las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia y los síntomas asociados a la esclerosis múltiple y la epilepsia.

Una de las aplicaciones terapéuticas más consolidadas del THC es el tratamiento del dolor crónico. El THC actúa sobre los receptores cannabinoides del cerebro y del sistema nervioso periférico, modulando la percepción del dolor y proporcionando alivio para afecciones como el dolor neuropático, la artritis y el dolor relacionado con el cáncer. Los estudios han demostrado que el THC puede aliviar eficazmente el dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren estas afecciones, sobre todo cuando otros tratamientos han sido ineficaces.

Además de sus propiedades analgésicas, el THC ha demostrado su eficacia como medicamento antiemético o contra las náuseas. Esto lo convierte en una valiosa opción para los pacientes sometidos a quimioterapia o que experimentan náuseas y vómitos debido a otros tratamientos o afecciones médicas. Se cree que la capacidad del THC para suprimir las náuseas y los vómitos se debe a su interacción con los receptores cannabinoides del tronco encefálico, que regulan la respuesta emética del organismo.

El delta-9-tetrahidrocannabinol también se ha mostrado prometedor como estimulante del apetito, especialmente en personas con enfermedades como el VIH/SIDA o la caquexia por cáncer, en las que la pérdida de apetito y el síndrome de desgaste son complicaciones habituales. Al activar los receptores cannabinoides del hipotálamo cerebral, el THC puede aumentar el apetito y favorecer el aumento de peso en pacientes que luchan por mantener una nutrición normal.

Más allá de sus propiedades de alivio sintomático, el THC tiene efectos neuroprotectores y antiinflamatorios, lo que sugiere aplicaciones potenciales en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Estudios preclínicos han demostrado que el THC puede reducir la inflamación, el estrés oxidativo y el daño neuronal en modelos animales de estas afecciones, allanando el camino para seguir investigando su potencial terapéutico para pacientes humanos.

Además, el THC se ha mostrado prometedor en el tratamiento de trastornos psiquiátricos, como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Aunque la relación entre el THC y la salud mental es compleja y requiere más investigación, algunos estudios sugieren que el THC puede ayudar a aliviar los síntomas de estas afecciones modulando los sistemas de neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo y la respuesta al estrés.

A pesar de su potencial terapéutico, el uso clínico del THC plantea numerosos retos. A la hora de prescribir medicamentos que contienen THC, hay que tener muy en cuenta los efectos psicoactivos, el potencial de dependencia y los efectos adversos, como el deterioro cognitivo y la psicosis. La combinación de THC con cannabinoides no psicoactivos como el cannabidiol puede mejorar los resultados terapéuticos y ampliar las opciones de tratamiento.

Además, las barreras legales y normativas pueden limitar el acceso a los productos de cannabis medicinal que contienen THC en muchas regiones, lo que plantea dificultades para la atención al paciente y la investigación.

Aunque es necesario seguir investigando para comprender plenamente sus mecanismos de acción y optimizar su uso clínico, el THC representa una valiosa adición al arsenal de tratamientos disponibles tanto para los profesionales sanitarios como para los pacientes. Si se tienen en cuenta cuidadosamente sus riesgos y beneficios, las terapias basadas en el THC tienen el potencial de mejorar los resultados y la calidad de vida de las personas que padecen diversas enfermedades.

Conclusión

La interacción del THC con el SCE y sus diversos efectos fisiológicos subrayan su potencial como agente terapéutico. La investigación sobre los mecanismos de acción, la farmacocinética y las aplicaciones clínicas del THC sigue evolucionando, dando forma a nuestra comprensión de las terapias basadas en el cannabis. Al desentrañar las complejidades del THC, allanamos el camino para tratamientos innovadores que aprovechan sus propiedades medicinales al tiempo que mitigan sus efectos psicoactivos.

Diversos factores propios de cada paciente pueden afectar al modo en que los cannabinoides se procesan en el organismo. Estos factores incluyen el historial de consumo de cannabis de una persona, su composición genética, el tamaño corporal, las condiciones de salud, la dieta, las bacterias intestinales y otros factores desconocidos.

Existe poca información sobre la seguridad y eficacia del consumo de cannabis en las personas mayores. Aunque el cannabis puede ayudar a controlar los síntomas y reconfortar a las personas mayores, éstas también corren riesgos debido a otros problemas de salud, a la toma de varios medicamentos y a posibles problemas cognitivos. Los adultos mayores pueden experimentar efectos secundarios más fuertes, como somnolencia, que puede aumentar el riesgo de caídas. Los cambios en el organismo relacionados con la edad, como un funcionamiento más lento del hígado y los riñones y un aumento de la grasa corporal, también pueden afectar a la forma en que se absorbe el cannabis y al tiempo que permanece en el organismo.

Tenemos conocimientos limitados sobre cómo afectan los distintos productos del cannabis al organismo y cómo varían de una persona a otra. Es importante ser prudente a la hora de comparar diferentes productos y formas de tomar cannabis. La elección del producto debería basarse en lo que funciona mejor para cada individuo.

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