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Impedimento frente a presencia de cannabis: Continúa el debate internacional sobre la conducción bajo los efectos del cannabis

29 de octubre de 2024 por SOMAÍ Pharmaceuticals

En todo el mundo continúa el debate sobre cómo cuantificar la presencia de cannabis en el organismo de una persona y su relación con su capacidad para conducir un vehículo. 

Nadie en este debate cree que alguien incapacitado para conducir deba ponerse al volante de un coche. El problema estriba más bien en la dificultad de crear una norma única para una cuestión muy complicada: cómo juzgar si alguien está demasiado incapacitado para conducir un vehículo. 

Varias partes han propuesto múltiples parámetros, entre ellos la presencia de cannabis en la saliva, los niveles de cannabis en la sangre y el deterioro real.

Leyes sobre cannabis y conducción en EE.UU.

Durante más de dos décadas, Estados Unidos ha estudiado los efectos del cannabis en la conducción y dispone de abundante información a la que recurrir. Sin embargo, a pesar del volumen de estudios, los responsables políticos no han llegado a un consenso, lo que no es sorprendente dados los matices biológicos del cannabis (frente a una sustancia como el alcohol). 

Uno de los principales problemas para definir la alteración es la cuantificación del cannabis en el sistema. Cuando se fuma cannabis, la absorción y la alteración varían mucho en función de varios factores. 

Estrategias sugeridas para abordar el consumo de cannabis y la conducción en EE.UU.

Una sugerencia para abordar la cuestión del consumo de cannabis y la conducción es un enfoque de tres niveles para cuantificar el deterioro. 

El primer nivel se basa en los efectos. En este caso, los agentes de la ley buscan pruebas de que existe una deficiencia y que ésta se debe al consumo de una droga. Pruebas comúnmente aceptadas como la capacidad de caminar en línea recta pueden demostrar que un conductor está impedido. Un enfoque basado en el efecto puede ayudar a compensar el hecho de que los diferentes métodos de consumo de cannabis producen los efectos más potentes en momentos dispares; fumar cannabis tiene sus efectos más potentes durante los primeros 20 a 30 minutos después de fumarlo, mientras que las dosis orales pueden hacer efecto después de una hora de consumo. 

Si el método basado en los efectos no está claro, las fuerzas del orden pueden medir la cantidad de THC en el organismo de un individuo. Sin embargo, a diferencia del alcohol, el THC puede permanecer en el organismo durante largos periodos y acumularse a lo largo de horas, días y meses, lo que hace muy difícil establecer una regla de presencia simple. 

El tercer nivel de pruebas es un umbral cuantitativo. Muchos estados de EE.UU. han adoptado un sistema de valoración basado en la presencia de THC en el torrente sanguíneo, aunque ese nivel varía considerablemente de un estado a otro. En Ohio y Nevada, más de 0,2 ng/ml en sangre se considera una infracción, mientras que en Colorado, Illinois, Montana y Washington se considera una infracción 0,5 ng/ml. Además, un estudio de 2007 sugirió que de 0,7 a 1,0 ng/ml califica como deterioro. Un documento gubernamental de seguimiento de 2019 básicamente reafirmó esta postura. A pesar de las leyes existentes, un estudio reciente arrojó dudas sobre la capacidad de establecer realmente límites cuantificables para medir el deterioro del THC. La simple presencia no es la respuesta, y establecer estándares de deterioro seguros y justos está demostrando ser difícil. 

Legislación alemana sobre cannabis y conducción 

Alemania, el Reino Unido y Australia son los dos países más progresistas del mundo en materia de cannabis medicinal que se enfrentan ahora mismo al problema de la conducción bajo los efectos del cannabis. El colaborador alemán Atilla Ldil explica el enfoque de su país:

"En la actualidad, las leyes alemanas sobre conducción de cannabis diferencian entre pacientes médicos y consumidores "recreativos", pero estas leyes siguen causando importantes problemas a los pacientes. A pesar de estar legalmente autorizado a conducir cuando se siguen las directrices médicas, la aplicación de la ley sigue siendo incoherente. Las paradas arbitrarias de la policía, las pruebas costosas y gravosas, así como las sanciones de las autoridades encargadas de conceder los permisos no sólo amenazan la seguridad económica de muchos pacientes, sino a menudo también su futuro profesional. Las evaluaciones psicológicas, a las que muchos deben someterse, son costosas y a menudo las realizan evaluadores críticos con el cannabis, lo que da lugar a valoraciones negativas, incluso cuando los pacientes superan las pruebas. Como consecuencia, algunos pacientes pierden el carné de conducir y, con él, la capacidad de ejercer su profesión o gestionar su vida cotidiana de forma independiente. Las historias de vida de estas personas están marcadas por la discriminación, la estigmatización y las amenazas existenciales, todo ello agravado por un sistema jurídico que aún no acepta plenamente el consumo de cannabis, ni siquiera con fines médicos. 

El nuevo umbral de THC de 3,5 nanogramos sólo se aplica a los usuarios recreativos, no a los pacientes. Los conductores sin deficiencias y con un nivel de THC en sangre inferior a este límite no deberían enfrentarse a sanciones o evaluaciones adicionales. Sin embargo, muchos pacientes siguen enfrentándose a una grave discriminación y a costosos obstáculos burocráticos en relación con sus derechos de conducción."

Leyes sobre cannabis y conducción en Inglaterra

La colaboradora inglesa Rupa Shah, de Relief U.K., ofrece una perspectiva desde dentro de las leyes sobre cannabis y conducción en el Reino Unido:

"En Inglaterra, las leyes sobre conducción de cannabis se centran en la presencia de THC en el organismo del conductor, con una aplicación estricta a pesar de la evolución del panorama del cannabis medicinal. La ley actual establece un límite legal muy bajo de 2 microgramos de THC por litro de sangre, lo que refleja una postura de tolerancia cero. La policía evalúa el deterioro mediante una combinación de pruebas de observación, como la comprobación de ojos inyectados en sangre o comportamiento inusual, y pruebas formales de deterioro en carretera, como caminar en línea recta. Además, se utilizan hisopos bucales para detectar la presencia de THC, aunque estas pruebas sólo indican un consumo reciente, no un deterioro real.

Si se sospecha que un conductor está bajo los efectos de las drogas, se le puede llevar a comisaría para realizarle un análisis de sangre, que se convierte en la prueba principal en los casos de conducción bajo los efectos de las drogas. Mientras que la presencia de THC por encima del límite legal da lugar a sanciones, este enfoque ha sido criticado por no distinguir entre la deficiencia y los rastros residuales en los pacientes de cannabis medicinal. La defensa médica permite conducir con receta, siempre que el conductor no esté impedido, pero los pacientes siguen enfrentándose a problemas legales debido a la discrepancia entre presencia y deterioro.

La falta de correlación entre los niveles de THC y la discapacidad suscita dudas sobre la equidad, sobre todo en el caso de los consumidores de cannabis terapéutico, que pueden tener niveles elevados de THC sin sufrir ninguna discapacidad funcional. Las peticiones de reforma sugieren adoptar un enfoque más matizado, similar a la diferenciación que se hace en Alemania entre usuarios medicinales y recreativos, para equilibrar la seguridad vial con los derechos de los pacientes."

Leyes sobre cannabis y circulación de vehículos en Australia

Australia, como muchos otros lugares, define la presencia de cannabis como deficiencia, que es la forma más extrema y arcaica de prohibición. De nuevo, aunque nadie quiere conductores con deficiencias, la presencia de THC en controles de carretera aleatorios con un simple hisopo en la boca no puede ser un enfoque civilizado. Hay poco que defienda esta postura, salvo la abundancia de precaución, algo difícil de discutir dados los parámetros de seguridad pública. Por equivocado que sea, el debate continúa.

La colaboradora australiana Elizabeth Warburton, de Nativva, señala: 

"...en Australia, el cannabis es el único medicamento recetado legalmente por el que se pierde el carné al dar positivo por presencia. Las leyes australianas no tienen en cuenta la diferencia entre presencia y deterioro, lo que hace que el cannabis medicinal sea inaccesible para los australianos que necesitan poder conducir en su vida cotidiana. Las actuales leyes de conducción son prohibitivas y discriminatorias, ya que las sanciones por dar positivo en cannabis son más severas que las que sufren los conductores que dan positivo en una prueba de alcoholemia. Estas leyes significan que los pacientes ni siquiera pueden tomar un aceite de espectro completo con cantidades mínimas de THC sin temor a perder su licencia y su medio de vida, lo que está impidiendo resultados positivos para la salud en todo el país." 

El colaborador Fadi Roumieh añade:

"Los pacientes que consumen cannabis medicinal informan de mejoras significativas en diversas medidas de calidad de vida relacionadas con la salud y de un aumento de la función con el paso del tiempo. Un reciente ensayo abierto arrojó resultados positivos en el rendimiento de conducción simulado y percibido en pacientes que tomaban cannabis medicinal. El estudio sugirió un impacto insignificante en el rendimiento al volante. Además, se están llevando a cabo ensayos financiados por el gobierno con el objetivo de reforzar los argumentos para cambiar las leyes de conducción en Australia.

El futuro del cannabis y las leyes de conducción

Aunque el debate continúa en todo el mundo, podemos estar seguros de que la presencia de THC por sí sola, medida con un hisopo bucal, es insuficiente para calibrar la intoxicación sin otra orientación concreta sobre el deterioro que evite una subjetividad injusta. Los niveles de cannabis en el organismo por sí solos pueden no tener en cuenta las necesidades médicas y la tolerancia de las personas. Nadie quiere conductores con deficiencias en la carretera, por lo que debemos desarrollar normativas que protejan tanto la seguridad pública como los derechos de los pacientes.

Este artículo de Michael Sassano fue publicado originalmente en Benzinga.